Fue en el 2012 cuando todo cambió por dentro y a mi alrededor.
Cada vez me cuesta más estar pendiente del pasado y esforzarme por vivir en el futuro.
Es en el día a día donde me gusta estar, en cada segundo si puede ser.
Prestar atención al cuerpo, hogar de la mente y del espíritu.
Difícil peor no imposible.
Allá fuera no hay nada más que el espacio al igual que dentro de mí.
En base a esta filosofía de vida, en estas dos últimas semanas he experimentado
emociones unidas a sorpresas inesperadas en forma de palabras y miradas.
El ponerle ojos y gestos a alguien que hasta este momento sólo conocía por palabras.
Perderme, no recordar nada de lo hablado.
Tranquilizarme y descubrir en su presencia su pura esencia.
El pensamiento llega " como si te conociese de toda la vida".
Reencuentro con otra amiga, un mercado lleno de fruta y una parada de arte.
Sin palabras, con la boca llena de vocales, me cuestiono " ha sufrido mucho?"
En unas horas llega la confirmación durante una conversación repleta de nuevos caminos.
No sé, se cierran puertas de espacios ya vacíos.
Faltos de todo, conexos en el tiempo.
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